Apenas comenzaba el otoño, mi corazón vacío muy cerca la soledad en el espacio infinito, desnudo. La calma cada día era más profunda, impidiendo la mente a mis recuerdos lejanos esfumarse en calles del destino transitadas en noches de añoranzas. Difícil retornar recuerdos pasados al presente.
Siempre el destino nos deja algo en espera, en este camino difícil, ella no perdona, permanece constante su curso como río caudaloso necesita del agua, de igual manera no puedo vivir sin su amor. Avanza el otoño, los árboles del camino se desnudan, las veredas están vestidas con alfombras mullidas de hojas derrotadas, secas por el paso del tiempo, al igual del proceso del olvido los eternos protectores del calor en verano, son despojados de su ropa sin avisar, cuál naturaleza cruel.
El universo decide sin quizás entender que al esconderse el sol la luna comienza a brillar iluminándonos el sendero solitario, con el alba llegará en un nuevo renacer.
Me invade la tristeza del mañana, como hacer de la espera pequeños momentos. Recuperando como los árboles su ropa venciendo a la inclemencia del tiempo. Muchos anhelos llegan en la fría mañana otoñal, carente de razón, dolorida sin tu amor. Sensaciones extrañas mezcladas en el mutismo interior en un sentir inagotable. Me niego, resisto a dormirme en la estación desolada con esperanzas cada día más lejanas, sola como aquéllos árboles. Termino de escribir llegando al invierno, deseo cumplir mi sueño sujetándome en columnas talladas de acero impidiendo destruyan lo que tanto amo.
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STELLA CRISTINA ROSENDE TAVELLA