Voy sembrando poemas casi todos los días
y los dejo a madurar bajo el calor
de alguna estrella escondida;
cuando la noche se despeja
y la luna me hecha una sonrisa,
la tomo con delicadeza y me los llevo
a leertelos en voz muy bajita
en la complicidad callada de nuestra habitación
y tu cuerpo denudo
sobre la cama destendida..