Los secretos de tus miradas y
el dulce susurrar de tus palabras
han abrazado mi pensamiento y
lo sofocan como el calor que
invade mi alma.
En esa mirada que atraviesa el día,
mil cosas me enseñaste y todas
fueron llenando mi espíritu de tu sabia.
La noche la alcanzaron tus ojos
y ella no quiso despedirse,
quiso hacernos compañía,
mientras se dejaba caer,
la lluvia con su infinita melodía.