marco augusto

El triste reflejo del pasado

 

El triste reflejo del pasado

 

Un hombre de pelo cano

aparece cada mañana

dentro del espejo de mi cuarto,

me asombra su semejanza

sólo que él se ve marchito

y cansado,

como si la vida lo hubiera apaleado.

 

 

Me hace reflexionar

de que si algún día llegaré

a parecerme a él,

pues sus rasgos me son familiares

y sus ojos negros

me recuerdan a los de mi amado padre.

 

Él no platica conmigo,

sólo permanece distante

y callado en el espejo

y se pone a repetir cada cosa que hago,

es como una rutina aprendida

que repite día tras día, cada mañana.

 

No sé si el sentirá

la misma soledad

 que me acompaña,

o si ya a su avanzada edad,

no le importará haber amado

y que hoy sólo sea el reflejo

de un hombre,

que ya no tiene mañanas.

 

No es de sorprender

que él me observe

de la misma manera cada mañana,

porque quizás para él,

el viento no sopla,

ni le importe si las mariposas vuelen

de rosa en rosa,

o quizás el también

se sienta cansado,

de ser el triste reflejo del pasado.