El triste reflejo del pasado
Un hombre de pelo cano
aparece cada mañana
dentro del espejo de mi cuarto,
me asombra su semejanza
sólo que él se ve marchito
y cansado,
como si la vida lo hubiera apaleado.
Me hace reflexionar
de que si algún día llegaré
a parecerme a él,
pues sus rasgos me son familiares
y sus ojos negros
me recuerdan a los de mi amado padre.
Él no platica conmigo,
sólo permanece distante
y callado en el espejo
y se pone a repetir cada cosa que hago,
es como una rutina aprendida
que repite día tras día, cada mañana.
No sé si el sentirá
la misma soledad
que me acompaña,
o si ya a su avanzada edad,
no le importará haber amado
y que hoy sólo sea el reflejo
de un hombre,
que ya no tiene mañanas.
No es de sorprender
que él me observe
de la misma manera cada mañana,
porque quizás para él,
el viento no sopla,
ni le importe si las mariposas vuelen
de rosa en rosa,
o quizás el también
se sienta cansado,
de ser el triste reflejo del pasado.