LLueve
Solo quiero escribir de la lluvia
Mientras pueda, mientras esté viva
Que no exista nada más, que no nos nieguen nada más. Vivir para la lluvia.
Llover...
De costillas al cielo, instalados en la genuflexión de una gota
desde los párpados repasando las caricaturas de una infancia
que aún está por venir. Todavía la espero.
Como un milagro de voces gritando desde su tumba.
La niña pone su boca en el rojo y aprende el significado de amar.
Esta tristeza parece el repaso de una felicidad que se lee en una revista de modas.
Y mi garganta llora. Llora el trofeo que no pude colgar en el estante de mis derrotas.
Quisiera chorrear el dolor. Llorar a lágrima de ojos trazando la madera de su vida que aún no es quemada por la patria de Dios en la tierra.
Yo te quise, podría gritar y no alcanzaría a decir de todo lo que pudimos sostener en el grito. Sostener el grito, atraparlo, disolverlo en su eco y esperar al futuro para escuchar todo lo que no dijimos.
Llover. No quisiera ya otra cosa. Separar mi vida de sus barrotes y enseñarle a la libertad que estaba rogando a un Santo calcado en la entrepierna de una monja.
Yo te enseñé mi herida, le diría a ese dolor que desde hace días naufraga desde el amor y me tiene lamiendo la contraportada de la poesía. Yo te enseñé y no quisiste hacer nada.
Y sigue doliendo, y mientras esté viva no habrá certeza más grande de escribir sobre el amor mientras le confesamos al insomnio, que nunca supimos, si realmente, eso fue, eso era lo que tenía a nuestra muerte, deambulando en las fronteras de su paraíso.
Llueve..
que el dolor sea la tiza que sostiene una niña, para dibujar, sobre el asfalto mojado