Canciones mudas a la honda noche,
cavilación nocturna sobre tus labios,
y estos ojos tan volados en el aire
perfumado de tu ausencia tan irreparable.
Pueda ser que grises nubes te evoquen,
que la lluvia de junio te toque,
sé que entenderás si pruebas sus gotas
que es tristeza condensada, rota.
Sé desprecias ese llanto y su canto
que al romperse contra el suelo siempre serio
cubre tu camino con un líquido manto,
moja tu cara, tus senos, todo tu cuerpo.
Si entendieras mujer, si entendieras
que ese temblor corporal, ese frío
es tu alma armonizando con la mía,
no tan sólo tiritar por el mal tiempo.
No es cansancio lo que esta noche trae,
es un ensueño de ciegos besos,
caricias que darían fuego a cada estrella.
Si supieras mujer, tan siquiera entendieras
que se van ya las nubes y la efímera noche,
¡dónde estás!, ausencia irreparable ¡dónde estás!,
tribulación amarga de mis solos versos.
Dónde estás... te amo yermo, donde estés.