Al pintarla transferí su semblante,
que es como pura luz de la alborada.
Registré la gracia de su mirada
en sinceridad siempre es deslumbrante.
Su beldad se manifiesta al instante
pura y clara cual agua destilada,
alegría es ella, no simulada,
ternura en su sonreír es constante.
Criatura de alma puramente buena,
es hoja nueva sin ninguna pena
donde se converge belleza pura,
floreciente luce como los prados
en primavera. La soñé con párpados
abiertos; ¿pintarla será perjura...?
El señor de los fierros
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Por ella existe mi planeta, existe el sueño, el verso, el poeta, pero no el pintor…