EL señor aguacate
sonríe con razón,
su semilla grande,
es su corazón.
Él miró a la sandía
y miró al melón
sin envidiar semillas,
tampoco dulzor.
Aguacate, para ti mis rimas
con mis propias estrofas…
Tu pulpa cremosa
me alegra la vida.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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