Miyagui yuyatsi

Micro-Cuento \"Déjà vu\"

 

 

 

 

 

De vez en cuando le escribo para saber cómo está. Si vive, si se ha enamorado o algo por el estilo. Debo admitir que hace años no le escribo frente a frente. Ella me lo pidió y no me negué-nunca lo he hecho-. Pero de vez en cuando todavía me pregunto si ella extraña tanto como yo el hola atrasado que hoy tanta falta me hace.
La conocí dormida. Aunque no lo crean dormía en los brazos del asiento continuo al mío. Guayaquil-Quito. ¿Quién lo diría no? Me contó un poco de su vida creyendo que después yo me perdería para siempre. -Llevaba un calentador café y un buzo de colores psicodélicos ¡Cómo olvidarlo! Y no paró de hablarme de un montón de cosas aburridísimas antes de despedirse-. Y se durmió, como si nunca fuera a despertar, o como si sabía que el carro se volcaría en aquella curva en la que suelo marearme desde que tengo memoria: eso me lo dijo antes de dormir, y yo me asusté. Me asusté tanto que no dudé en abrazarla. Ella reaccionó diciéndome: ¡Qué haces! ¿Que eres loco?  Y desperté.

 

De vez en cuando creo haberla conocido en la entrada de un cine. Mirándome desde que subo por las escaleras mecánicas sin yo haberla visto todavía. En eso ella despierta, y es ahí cuando suele escribirme. Duermo mejor ahora. Fue lo último que me dijo.