¡Qué no haría yo por lograr robarte un beso!
Sólo un beso…,
encendido en el verde deseo de mis labios.
¡Qué no haría yo por oír que me llamas por mi nombre
y sentirme así dentro de ti,
en el aliento malva de de tu voz!
Te contaría historias increíbles, aventuras imposibles,
para robar así tu boca, para robarte toda entera
mientras ríes descontrolada, mirándome a los ojos,
desconcertada por tu descuido,
por mi robo “a mano armada”, mi loca,
mi tierna, mi dulce presa amada…
Me inventaría que te persigue el lobo feroz,
bella Caperucita de mi alma,
para protegerte de la noche y acompañarte a tu casa.
Fingiría que tus labios, que tu voz y tus ojos
se han adueñado de mí, que estoy gravemente herido;
para que me cuidaras y curaras las heridas de mi piel en llamas.
Fingiría un desmayo para que me tendieras en tu cama
y poder despertarme, mi piel a tu piel atada,
envueltos en el rojo vuelo, blanco fuego de tus sábanas.
Haría lo posible,
me inventaría lo imposible,
para que comprendieras… Para que comprendieras
que mi mal no tiene cura,
que es el bosque malva de tu cintura
mi atadura esencial y mi locura.
***