Aquí estoy, atrapada entre el recuerdo y el dolor,
escondida en mis zapatos, caminando sin timón.
Engalanada en rolliza cáscara de árbol milenario,
pendiendo en la cornisa de un alero conocido
simulando sonidos cotidianos y sonrisas paralíticas.
Ahí, yace mi historia y sus latidos
el pasado, el presente y lo que queda
varados en un patio de concreto. Sitio solitario.