Ahora qué fácil, qué dulce,
Encontrarme con tu mirada.
Manantial de gracia envolviendo mis ojos
Lavándolos de delirio a milagro,
De llanto a risa,
De desaire afilado a tiernas caricias.
En las horas de muerte
Cuando tu mirada me esquiva;
Quiero suicidar al tiempo
Y adivinar el sortilegio
Que encanta y martiriza.
Pues te mueves de un sitio a otro
Ignorándome
Volviéndote tan lejana, tan distinta.
Luego vuelves a mirarme
Y, también, te miro nuevamente,
Tan clara, tan limpia.
Me sonríes reconociendo que te amo
Y te envuelves en un silencio,
Taciturna, afligida.