Nicolas Ferreira Lamaita

LA SEQUIA

 

 

Arrodillado el labrador, sobre su campo

acariciaba su tierra moribunda de sed

yerma, quebrada, endurecida

secando la vida de las hierbas.

 

Abrasada por los rayos del sol

a un dantesco suplicio sometida

suplicando el milagro de la lluvia

en espasmos de dolor, vencida.

 

Camina triste el labrador sobre su campo

clama, suplica, ruega, por el milagro

de un posible rocío, de una lluvia

que calme los ardores de su fiebre.

 

Superficies de  esmeraldas emigradas

pastos secos y flores ya marchitas

hojas de árboles, que ayer verdes,

hoy lucen amarillas, mustias secas.

 

Sigue mirando triste el labrador su campo

hacia los cuatro puntos cardinales

el campesino otea el horizonte

busca una chispa de luz, una esperanza.

 

Entonces Dios, apiadado de su pena

sobre la tierra amontona copos blancos

algodones de nubes y relámpagos

y a su intenso fulgor nace la lluvia.

 

Con desesperada avidez bebe la tierra,

cristalinas gotas, diáfanas, consoladoras

como lagrimas de mujer enamorada

sorben con labios impacientes de una novia.

 

Y alegre mira el labrador sus campos

se diría brotan ya las hierbas nuevas

erguirse los tallos de las flores

renacer de frescura y vida plena.

 

Haciendo eclosión por todas partes

va vistiendo de gala con un verde traje

salpicado con la policromía de las flores

arabescos dados, a la tierra que renace.

 

El campesino eufórico, canta, baila y ríe,

vuelve a escuchar el trino de los pájaros

trajo la lluvia de nuevo la esperanza

a la tierra moribunda de sed yerma y vencida.

 

                             Nicolás Ferreira Lamaita.

 

Nota del autor. Inspirado en una carta

La cual mi imaginación transformo intentando

Darle un tinte poéticoal drama. Usando y cambiando

Palabras y frases.