Una triste oruga
estaba rabiosa
porque una mariposa
la puso en duda.
Le dijo peluda
le dijo hambrienta
y perdió la cuenta
de ofensas palurdas.
Deja la pereza
y deja la hambruna
siento vergüenza
de tratar con orugas.
mientras la amargura
invadía a la mariposa
la muy fastidiosa
y olvidadiza
se olvidó a prisa
que la misma cosa
así de horrorosa
fue ella chiquita.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo - Venezuela