En el cielo de mi pobre corazon
brillaba, una estrella y yo no la veia.
Hoy brillo de pronto, que me cego, su luz incandecente.
quede ciego y mi voz no salio de mi garganta.
quise gritar y decirle que su luz me habia, enceguecido,
solo atine a ver su rostro, a ver sus labios
a ver su piel a oir su voz, que sonaron como campanas
en el recinto de mi ser.
quiero que sigas brillando
que tu voz no deje de oirse
porque produce en mi una dulce melodia.
atiendeme, no te apartes de mi.
oh¡ tierna y agradable voz
brilla para mi, a cada instante.
Autor: Miguel Hernandez Ledezma