Una ola de demencia
ataca por la espalda.
Isla infecunda rodeada de mollera.
No tengo más que frutos indolentes
colgados al recuerdo,
vanas oraciones desmembradas,
gajos de verbos con tibios adjetivos.
Quise volcar un fuego en el cuaderno
y solo tuve estúpidas ideas.
Y cuando pude aislarme en una plaza,
sentarme en sus veredas
o hundirme en el silencio de un bar de mala muerte
apenas si la suerte me dió para el regreso.
busqué y rebusqué
como poder plasmar su beso.
y estoy ahogándome en el todo de un recuerdo
con nada que decir.
Y aún espero.