Hoy de mi casa en Madrid he ascendido a la azotea
es una tarde de otoño, tarde de luz primorosa,
-de cielo al atardecer, gris y azul, tarde mimosa-
donde diviso el entorno y hasta mi alma se recrea.
Oigo el susurro del viento que acorde con la estación
va transportando el perfume que se arrastra de las lilas.
Inquieto, un rayito de sol, divertido y juguetón
insistentemente posa y luego oculta en mis pupilas.
Bailo al compás que me marca de mi hamaca el diapasón,
mientras silbo y tarareo alguna linda melodía,
¡cómo me gusta asomarme cada tarde a este balcón
haciendo mil aspavientos, suelo y cielo en sintonía!.
Ensimismado ahora estoy viendo el manto en la campiña.
Para mi el tiempo no existe, veo parterres de rosas,
veo que jugando a la comba en la plaza hay una niña
y otras parece que en riña, todas lindas, revoltosas.
Mi terraza es mi evasión ¡Yo amo en Madrid a mi terraza!
Siempre husmeando en cada plaza. Es mi ilusión, mi alegría.
Y lo hago así cada día, paraíso es que relaja.
¡Lo que alguien feliz como yo por subir allí daría!
Cae la tarde. Cojo el sueño y me lo envuelvo entre algodón
para que así en mi memoria permanezca cada día,
abro la puerta de mi alma y desde alli saco un cajón
y guardo con mucho esmero zalamero a su ambrosía.
©donaciano bueno