La memoria deberá llevarnos por aquellos caminos empedrados
donde el musgo se agolpa en las entrañas de la dureza.
La memoria es esa parte del alma que nos lleva
por esos caminos de flores a esas niñas que amaste
porque tenían la sonrisa clara y lozana, los ojos grandes.
La memoria es esos regresos donde creíste haber sido feliz
esos espacios que crees nítidos, llenos de luz y aromas.
Y te miras el rostro, los surcos donde no has sembrado nada
los ojos cansados, los lirios que pisaste sin reparo alguno
Y te preguntas dónde estará ella, en qué alma mora
en que laberintos la perdiste, cómo pudiste no olvidarla.
Y llevas algo que no sabes si es cansancio, muñones
candelabros extraviados en muros por derrumbarse.
Regresas por no sé qué rutas transparentes, ignotas,
no quieres mirar lo que vendrá, sabes que te espera el dolor
te subes a la cuerda en lo alto, abres los brazos
sientes que algo late más allá de todo presagio, palideces
porque sabes que no hay más caminos, has llegado.