Sígnos de viejos escrítos
carcomidos y consumidos
en su propia piel de barro.
Llamas que hoy proclaman
las victorias imaginarias
del abismo final de mí estado.
Funciones de nuevos temores
de expresiones o de canciones
que se fugan detrás de mís brazos.
Palabras puestas en calma
arrojadas por tu ventana
buscan ser uno más de mís soldados.
Vestídos como los síglos
ocurridos y desleídos
como el relato moral de dos hermanos.
Oscuro como los surcos
de muchos o de ninguno
de los ojos que van hacia tu lado.
Hirviente como el aceite
que derríte toda la especie
disolviendo el pensar de tus pedazos.
Falacias de mí distancia
enérgica pero amplia
junto a la deidad de mís pecados.
Veloces como las voces
de bestias sín piel ni nombre
enjauladas en su ambiente helado.
Fugitívos de ese camino
en la esencia de lo divino
dando paso leal al más humano.
Sedientos de nieve y viento
en las ramas perteneciendo
al eclipse mental -alucinando-.
Gigantes entre los mares
buscando a los inmortales
entre la soledad de lo mundano.