(Managua, 01 de septiembre de 2013)
Creí que las constelaciones de estrellas
se formaban en tus manos,
que el mundo giraba a tu alrededor,
que en ti comenzaban las palabras
y se terminaba la oración.
Fui fiel testigo de cómo absorbiste mi alma
hasta meterla entre la tuya,
Pero, tarde me enteré de que
no hubo constelación de estrellas,
que era yo deslumbrado por tus ojos bellos
y no giraba el mundo a tu alrededor,
que eran tus brazos que fingían abrazos de pasión desmesurados
y que tus palabras agradables a mis oídos,
fueron saetas que surcaron sin alcanzar ningún blanco,
que aunque tú eras mi vida, mi principio y mi fin,
yo, simplemente… no signifiqué nada para ti.