\"La vida con los años me ha cambiado/ y hoy es una ironía pensar,/ que de tanto temerle al pecado/ no pueda vivir sin pecar\".
Entras como cada noche en tu habitación,
coqueta te das un vistazo fugaz en el espejo,
es verdad, no tan fugaz, perdón...
Me hace feliz saber que tanto preparativo,
es para leer detenidamente lo que escribo
y por eso es que no me quejo.
Tu cabello no está en orden ¿y qué?
Sabes que alborotado es como me gusta.
El espejo parece sonreír por lo que ve,
el espejo sonríe aunque no lo creas...
y yo también cuando espero que me leas
y pensar que no lo haces, me asusta.
Hasta tu cama que cada noche te mira,
de estar más hermosa cada día te acusa...
Pienso en ti y mi mente delira
y las paredes fanáticas tuyas parecen
porque hasta ellas se estremecen
cuando te sacas la blusa.
Procedes a desabrochar tu sostén
y ya buscas mi poema para devorarlo...
el primer verso te parece que está bien,
piensas en borrar si no lo sientes para ti,
pero al ver lo que luego escribí
ya no piensas en borrarlo.
Me lees y deseosa tocas tus senos,
generando en tu cuerpo tantas emociones...
te parece que mis versos están llenos
de una ardorosa y romántica pasión
y se acelera entonces el corazón...
y se paran rico tus pezones.
Esos pezones que en mi boca viven,
que entre mis labios se alojan,
que a mis suaves mordidas sobreviven
pero vivir en éxtasis por ellas decretan,
con mis manos cuando los inquietan
y mi lengua cuando se mojan.
Sigues leyendo y tus dedos
ya parecen indetenible río,
superando timidez, superando miedos,
con un sentir que ya es notorio,
exploran mientras me lees un territorio
que sabes muy bien que es mío.
Así te gusta, te encanta leerme
y a tu sostén mandarlo a volar te provoca,
quisieras abrazarme, deseas tenerme
acariciar ante mí tus senos bellos
y jurarme que ellos
quieren morir en mi boca.
Te excita mucho lo que lees
y sé que de mí te excitan otros hechos,
ya te deseo más de lo que crees,
mi deseo por ti es infinito
y estoy feliz de haberle escrito
otro poema a tus pechos.