En la lejanía de lo improbable te encontré; eras tú, caminando lentamente frente a mí.
Me costó reconocerte y sonreí; fue en ese instante que entendí todo, traté de recordar tu olor, recordar tu ser, recordar algo que me vinculara a ti. Busqué en lo más profundo, respiré, inhalé y exhalé un par de veces y fue en vano. Después de tanto, después de todo y al final no hay nada.
Vino a mi mente una pregunta que no pude responder. ¿Quién es él? Y te miré de nuevo y me perdí en tus ojos casi sin notarlo y aún así mi corazón no logró reconocerte, el que fuiste ya no es, eras todo y eres nada y te perdiste en mi memoria en un saco de recuerdos que sin notarlo deseché.
Sonreíste confundido por mi falta de interés, vi en tus ojos la agonía que algún día yo viví y fue hermoso darme cuenta de que yo ya te olvidé.
Alicia Acevedo Inzunza – Todos los derechos reservados ©