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225. CUANDO EL AMOR… CAMINA HACÍA LA VERTIENTE ROCOSA...
Era de oro la mañana…
por la soberana montaña.
Multitudinarios rayitos
ante unos incrédulos ojos
uno a uno se desgranan
plácidamente observados.
.
Era un corazón perlado
por la esperanza esparcida
en la existencia de una vida
que ahora llena de nada,
en la soledad del mañana se vertía
aunque éste aún no llegaba
.
Era la reflexión que improvisaba
del pasado sus siembras,
de la cosecha presente,
que apenas en empate estaba
con la demanda no ausente…
.
Era su cariño fundido
a seres que no tenían piel.
Era la tristeza vagando
como reina en solitario.
.
Era éste o era aquél…
para el efecto lo mismo daba
en el transcurrir de su vida,
era un encanto menos
que en el paisaje se opacaba
con la des-esperanza presente
que por cada árbol talado se contaba…
... la que aún a ella no llegaba…
.
Era el futuro en alerta,
por la desolada montaña
convertida en cause sin rio
y solo piedras calcinadas
que de vertiente servía
al corazón del hombre
que insipiente en el presente
tenía ceguera recurrente…
.
Lo fue todo,
ahora solo un poco
y mañana será nada…
.
Hacia la destrucción aberrante
el hombre implacable marcha
con la ceguera temprana
y la sordera perenne,
camina hacia la vertiente rocosa,
con el amor que en otrora
no llegó a mayor cosa...
.
Y hoy con ese amargo agridulce
ruedan lágrimas saladas
por una mejilla sonrojada
para congelar el recuerdo
de dos amores que yertos
desde ahora marchitaron
los pétalos de la fragante rosa encarnada
en el ocaso sin abrazos... ni besos...
el uno en el primero se reflejaba
en un vívido cristal del espejo
como sombra que en espectro vagabundeaba...
.
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