no hay mañana sin distancias
que no te traiga en una rosa imaginada
ni silencio, ni mar
que te lleve lejos, muy lejos de mi
no hay cielo intacto
que no te deje cerca de mis diurnos despertares
ni amaneceres fríos
que no me recuerden el tibio verde de tu vestido
no hay noches buenas
que no se embriaguen de ti
ni exceso de nostalgia
que llene de lágrimas la copa diáfana de mi alma
no hay luz en tus ojos
que se detenga ante la oscura puerta de mis renuncias
ni renuncia, ni desencanto
que me aparte de tu mundo azul, enorme y terrenal