Una vez más estoy contigo,
y cuando así no es,
siento una profunda pena.
Soy un hombre grande,
con corazón de niño.
Soy...un hombre triste,
en busca de la felicidad
que he encontrado en ti.
No me considero un triste hombre.
Un ser, como tantos...
con mis proyectos, mis ilusiones...
recibiendo compensaciones de la vida,
aceptando maldades e indiferencias
de la gente.
Gente cruel que existe aquí,
allá, y mucho más allá.
Muchas veces siento la necesidad
de estar totalmente solo...
para no contaminarme
de la crueldad del alma
de muchos seres que están aquí,
fuera de mi casa, y cerca de la tuya...
Prender la televisión, y ver
los horrores que acontecen
en mi pueblo, en mi ciudad.
Como ocurre en la tuya,
y en la de aquel...
y en los que están más allá...
no quiero afligirte ni preocuparte
por mi forma de pensar hoy.
Sabes que pienso...
y te hago enterar de mis pensamientos.
Pero no todo es tristeza total.
Tampoco la felicidad.
Existe un poco de cada cosa.
Es lo lógico, lo normal.
Todo tengo que tomarlo
con normalidad, aunque muchas veces
me destroza el alma...
y quisiera rebelarme...
Gritar: ¡paren la maldad, basta!...
Pero para qué hacerlo, es inútil...
¿Quién soy yo para suplicar paz
a quienes no quieren brindarla?
Soy...un hombre triste
que pretendo la felicidad
de todo ser del universo...
¡cuántos horrores existen
en nuestro mundo!...
Pero...¡adelante!... Cerraré mis ojos,
daré con toda la fuerza de mi corazón
y alma, ¡fortaleza!...
Aunque tenga que arrodillarme,
y llorar desesperadamente...
por ti, por mis hermanos del mundo...
Hoy sí, lo importante
es que estás en mi existencia.
Una vez más estoy contigo.
Tú representas en mi vida,
gran parte de mi felicidad...
no es totalmente inmensa,
pero existe en mi alma...
porque tú existes en mí, Señor...
Estos últimos días,
cuando por fuerza mayor
salgo a la calle...
observo a la gente,
sus rostros, sus tristezas, sus sonrisas...
Muchas veces rezo entre
paso a paso que mis pies dan...
Rezo, rezo mucho últimamente...
Muchas veces te he dejado a un lado
de mis pensamientos...
pero hoy, una vez más estoy contigo.
Acompáñame Señor, como siempre
lo has hecho.
El saber que estás en mi pensamiento
y en mi alma, soy más feliz.
Siempre que vives en mí,
tengo la suficiente fortaleza
para llorar mis tristezas,
y las de los demás...
Derechos reservados del autor (Hugo Emilo Ocanto - 12/10/2013)