RICARDO ALVAREZ

VIOLETAS CANTANDO A TU LADO

 

Tus ojos son el espejo en que me mido.

Tu mirada de espiga clara

es hija del cielo entreabierto

donde resaltan estrellas de vidrio.

Tus labios son una rosa cargada de rayos

argentos que semejan una ostra de plata.

Con la perla amarilla miel que viertes

mi enamorada,

en mis labios de copa,

como si una nube descargara en mi boca

todos los poderes del vino.

Tu rostro se emparenta con astros blancos

y en la majestad del lirio encendido

surgen alas migratorias de vientos vastos.

Suben de tus pómulos dos tórtolas albas

y emergen en tu frente golondrinas del rocío.

Vuelan en torno al círculo de tu tejado y

 en tu pelo de agua se bautizan en dorado.

Ven a mí con tus manos de lene aldaba,

trae la magnitud de tus senos en abra

levitando, vida mía, con tus pies ligeros,

herederos de la tierra y su sangre moldeada.

No por ser nieta del diamante

olvides tu alma de conquista

porque andará la ceguera en mi vista

y en mi corazón te seguiré llevando

como un himno constante

glorificado en los pelos

incrustados del pecho.

Mecenas soy de tu arte,

tú la religión hacia donde vuelco

la oración que rezo pausadamente.

Porque yo te amo más que al dije engarzado

y mucho más,

que las violetas cantando a tu lado.

 

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