Aaron Rizo

Caballero

 

Caminaba tristemente un caballero

Con el pensamiento ocupado por su Dama

Sin levantar cabeza, mirando al piso

Dejando huella en el camino con su llanto.

 

Su andar era lento y tremulante

No hablaba se había quedado sin palabras

No respondía al saludo afable

Sus oídos estaban ajenos a la sociedad.

 

Se detuvo sólo por un segundo

Levantó cabeza, miró atrás y siguió

Resbaló en su mismo llanto sin caer

Pues los caballeros nunca caen.

 

A lo lejos una voz le llamaba:

¡Caballero, caballero!

No prestó atención y su paso no detuvo

Alzó por primera vez la vista al cielo

Y admiró el volar de un par de golondrinas.

 

Sacó un reloj de su bolsillo

Sin inmutarse volvió a guardarlo

Se acercaba la noche eran casi las seis

Y la misma voz volvió a llamarle:

¡Caballero, caballero!

 

El garzón detuvo entonces su paso

Preguntó a quien lo llamaba:

¿Qué pasa?

¡Señor han asesinado a su Dama!

Si señor, dijo el garzón,

¡El asesino soy yo!

Y siguió su rumbo,

Caminando tristemente

Mirando al piso, sin levantar cabeza

Con el pensamiento ocupado por su Dama.