Se incendian las palabras
como las más filosas dagas
crujen de impotencia las miradas
se levantan del suelo
palomas blancas y del cielo
cae la muerte en forma de granadas.
tierra de valientes guerreros
que empuñan el corazón
en la mano, con fuerza
golpea el reclamo de tu voz
sobre el asfalto mudo
donde contemplas la risa
de las hienas hambrientas de poder.
patria mía escucho tu queja
como sollozos de la presa
que lucha por su vida
en las fauces de ese depredador.
y siento tu llanto de dolor
entre las piedras que acompañan
esta dolorosa crucifixión.
se han olvidado los nombres
de tus hijos que bañaron
tu cuerpo con su misma sangre
dejando en alto la bandera
que ondea sobre esta tierra
y hoy buitres, comerciantes baratos
quieren hacer engañosos tratos
con tu cuerpo, ya basta
que las serpientes con piel de oveja
quieran hacer un calvario en tu vientre.
pero jamás esperes, patria, madre mía,
que tu alma se doblegue
podrán correr ríos de sangre
pero por ti florecerá de nuevo el día
y caerán sombras sobre los pinos
como un enjambre de gaviotas
porque tienes hombres hechos de roca
he intempestivos como el mismo mar.
ha despertado el fuego de héroes
que tallan espadas sobre libros,
y hacen resonar el himno glorioso
al pie de tus montañas, en el horizonte
ahí donde los hombres son hermanos
y confunden la voz con el canto del cenzontle.
madre, tierra, patria, no desmayes
de tu lucha por mas polvo que haya
siempre habrá un soplo de aire que no falle
una ráfaga de lluvia, un jardín florido
que por más agua que le falte
siempre habrá una gota de rocío que la levante.
el árbol viejo recuerda en su silencio
“la noche triste “cuando cobijó
entre hojas secas el dolor de tu llanto.
Agiganta tus pasos que la sangre
baño el crepúsculo donde reposan
los restos languidecidos de tus hijos
enmudeciendo a la misma historia.
la selva en sus altos parajes
como ave que emigra emprendió el viaje
no huye por susto o por el frío
esta vez es para afrontar y cuidar su nido.
¡oh patria mía!, aunque muera lejos
sabrás que fue por la justa causa
de defender tu orgullo, ungido con la bestia
errante de tus selvas y valles,
atravesaré la daga con el último suspiro
sobre el pecho del bandido,
que se dice salvador de la patria que ha vendido.