Lluvia que intermitente
te muestras en la vereda
refrescando el ambiente
y empapando la tierra.
Lluvia que tras la ventana
con tu cortina improvisada
y su blancura inmaculada
se interpone en mi mirada.
Lluvia que en esos días tan grises
tu presencia me oprime el alma
recordando aquellas ilusiones
que fueron de mi vida la meta
y que el tiempo las fue dejando
cual sinfonía incompleta.
Lluvia que en primavera
al posarte en el espacio infinito
despiertas a la madre naturaleza
de su letargo invernal,
abriendo sus pétalos la rosa
y perfumando el aire de azahar.
Lluvia del caluroso estío
que de repente te presentas
transformada en ruidosa tormenta
y que a veces a mi niño despiertas.
Pero la lluvia es como el pan,
para los seres humanos vital,
sin ella no existiría la vida
y el planeta se extinguiría.
Y a pesar de la eterna tristeza
que me produce tu sonora presencia
en esos días grises y en la tormenta,
ven a nosotros siempre con prudencia.
Y mañana detrás de las nubes,
allá arriba en la dorada cumbre
el sol volverá a brillar.
Fina