Amadeus

Perfección

    Para ser honesta esto es más una confesión que un escrito que robe sonrisas. Esto es una experiencia que sino la vacio me comerá viva porque ella, me robo en sus besos la concentración.

    Hasta su nombre me seduce.  Es hermosa, siempre sonriente. Cabello largo y estatura perfecta. Su piel canela suave como una brisa, hace que mis dedos la sueñen.  Su cuerpo, perfecto; su olor, perfecto. Oh Dios, ante mis ojos ella es perfección. Esta vez no he sido culpable de mis tentaciones. Esta vez la pecadora no soy yo, que dulzura con la que me bendicen.

   Al inicio de la noche ella me dejo sin palabras, estaba hermosa y el maquillaje hacia que sus ojos resaltaran y el brillo de la noche hacia que brillaran como luceros y me tenia hechizada y los nervios me comían por dentro. Fuimos conversando; empezamos a reírnos, caminando; comenzamos a soltar las tensiones que existen entre dos desconocidas y poco a poco ella fue confiando.

    Me gustaría dejarla en anonimato; pero es que esta niña me tiene la razón hecha trizas. Le digo niña por la diferencia de edad, pero que mujer más perfecta. Hablamos tanto que le pedí un intercambio de secretos. Sabía el suyo, pero debía estar segura. Y es que cuando sientes atracción por una persona las manos no se aguantan y se enloquecen en la cintura en cada oportunidad que la noche traiga. Tres tragos y un secreto fuera, ya no existía espacio personal entre nosotras.

    Debíamos irnos pues la noche se encariñaba demasiado y debíamos obedecer el alba que se acercaba. De nada nos sirvió, pues pasamos varias horas en la pared, la esquina y las escaleras. Antes de todo hice una sola pregunta que debía de tener una respuesta firme y voluntariosa. A veces se libran las inhibiciones después de par de copas; a veces es que la timidez no te deja actuar, y otras veces terminas arrepintiéndote de todo. Me dieron una respuesta que me encanto, me dijeron que si. Así que nos fuimos porque era demasiado tarde. Me dije a mi misma que no haría esto más, que ya había bastado sentirme así todas las noches; pero ella, ella se encargo de tomar las decisiones por mí.  Así que decide que nuestros cuerpos estarían mejor si estaban juntos y muerde su labio, entonces morí.

    El alcohol hacia de dos bocas adormecidas un manjar de pasiones y besos y caricias. Pasaron las horas volando mientras renegaba y le rogaba que fuera mejor irnos a descansar. Después de besos extensos mis manos se soltaron y tocaron su cintura. Ya sus manos habían recorrido mi cuerpo, quien mandaba la noche era ella. Era tanto el deseo que los corazones parecían galopar por los pasillos y nuestras respiraciones se hacían una en un gran suspiro corto y cansado. Respiraba su mismo aire y su aroma se me impregno en la piel. Mi mente no se callaba, no me dejaba disfrutar. Así que decido enfriar las cosas, despegarme de su imán, de su cuerpo.

     Tomo asiento en las escaleras, me recuesto, vendo mis ojos con mis manos, respiro profundo y le ruego a Dios por misericordia porque ella hacía que el control de mis impulsos desvaneciera. Entonces siento su aliento junto al mío, sus manos en mis muslos… esa no era el tipo de misericordia que pedía. Ahora la tenía en mi falda mirándome fijo queriéndome escapar. Tenerla sobre mí y luego de frente rompió mis fuerzas, quise tenerla. Poder ir de pieza a pieza hasta dejarla desnuda. Ir besando cada centímetro de su cuerpo tan lento como la noche me lo permitiera. Poder sentir su calor junto al mío en una noche fría y desbordada. Quise empezar en sus pies e ir con desencanto pesado en los labios hasta llegar frente su boca. Una vez allí, le entregaría la vida en un solo beso, entonces me dejaría caer en sus acciones hasta que el rubio nos sorprendiera y aunque sea una brevedad de su sueño poder observar. Un beso me trae a la realidad y su sonrisa inmaculada leyó mis ojos y supo que deseaba tenerla. Me dejo acariciarla, aun cubierta, tenerla en su brevedad.  Es hora de terminar la velada aunque ella más que yo quisiera continuarla. La dejo en su puerta, la beso suave y unas buenas noches. Regreso a mí, entonces soñé con ella y desperté con su sonrisa en mi boca.