Caminaba lentamente ya sin fe sin alegría,
Por un camino sin nombre, un callejón sin salida,
Entre penumbras y niebla, en abandono total,
Sin un amigo a mi lado, en completa soledad;
Todo fue la consecuencia de un ataque muy traidor:
Una mujer desalmada me arrebató el corazón,
Sólo para destrozarlo, me lo quiso ella arrancar,
Y dejarme en esta senda de la angustia y la ansiedad;
Hoy me acompaña la nada por doquiera que yo voy;
Entre sombras y tormentas, entre la desilusión;
Una amiga me persigue con su guadaña afilada
Con un oscuro vestido y me mira y amenaza;
Yo la miro de reojo no la evado ni la busco,
Sólo dejo que se acerque para arrancarme del mundo;
Tal vez ella me rescate de la nada en que yo vivo
Y me ayude a que yo sane en el Río del Olvido…