Le dijo: Te quiero
le dijo: Te amo,
y olvidó de pronto
todos los agravios.
Se olvidó de ofensas
y de los golpes dados,
olvidó los desprecios
que la han mancillado;
y de las indiferencias
también se ha olvidado
cuando muy sonriente
le dijo: Te amo
y ella lo miraba
con ojos morados.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo Venezuela