Su corazón era un profundo mar de secretos.
Nadie supo el dolor que albergaba.
Mientras con sonrisas disimulaba su pesar.
Como quien llora por dentro, un río.
La vieron pensante, distante, serena.
Su alma estaba perturbada.
La princesa, en su cuarto yacía ahorcada.
Nadie supo el dolor que alberga.
Nadie supo nunca, la verdad que su alma ocultaba.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
AUTORA: ORIANA RAVELO.
14/10/2013