Las cuentas me han apresado no cuadran,
la diferencia que aqueja “un centavo”
los números en la cabeza ya ladran,
fauces feroces me torturan cual esclavo.
Determinante las manecillas que avanzan,
lacerando la mano temblorosa de Gustavo,
las sumas del balance no cuadran: se pasan;
bendito “san ajuste” técnica que alabo.
Tal vez no es lo preciso ni lo más indicado,
porque para ser exacto y entrar en detalles
la autoridad busca que en tiempo falles,
ya la hora pisa los talones del contador,
como el más cruel villano no debe caber error,
el dictamen tiene que reflejar lo plasmado.