Yo tenía un elefante
que comía guineos
y si estaban feos
los dejaba al instante;
y un mosquito pedante
al ver los frutos feos
se posaba triunfante
en su rico trofeo.
Por eso a los guineos
ya no le importaba
saber cómo estaban…
Pues era igualito,
putrefactos o exquisitos,
ya no era importante;
se los comerá el elefante
o si no el mosquito.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo Venezuela