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Al morir aquel día

 

Llevo tu amor arraigado dentro de mi alma y mi ser,
tengo recuerdos preñados de aquel lindo amanecer;
no puedo olvidar la aventura de recorrer tu cuerpo,
descubrir tu secreto y encender tu amor.

 

Tu piel y mi piel se unieron, sin importar que dirán,
nuestros labios fusionados, nuestros cuerpos abrazados,
tus ojos fijos en mí, que fui cerrando a besos,
y vi cuando se abrieron, esa luz, el amor nacido por mí.

 

Al morir aquel día, con la puesta de sol, 
caminamos alegres con el silbar del bosque,
el aire y la brisa y su sordo trovar;
deseamos congelar el tiempo,
y así perpetuamente podernos amar.


Alberto Morales Ureña

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