Semejante a una voz sollozante al oído
el dolor de tú ausencia me destroza las ganas;
tú fingiendo ignorarlo en agravarlo te afanas
al menguar brío a un cauce de cinismo obstruido.
Sufrimiento trae al mundo evidente descuido
que rubrican demoras al doblar las campanas,
sollozantes de angustias plañen voces lejanas
repitiendo razones de ignominia y olvido.
Pavonearte has sabido en tu propia injusticia
al hacer aspaviento de moral y prudencia,
disfrazando la mueca de evidente codicia
disimulas las huellas de tu ingrata renuencia.
Hoy mi pecho te exige que regreses: ¡Justicia!
Tengo abiertas las puertas, no hay en mí reticencia.