Como grano de maíz en el molino, me siento harina. No puedo decir polvo. No lo soy.
Tan cansada me siento, que en medio de cajas, maletas, muebles desarmados, todo fuera de su sitio, tenía dos opciones; O acostarme, o continuar con los pies cansados y las piernas llamándome nombres feos por tanto hacerlas andar. A quien tanto he regalado durante veinte y dos años. Ayudado y aguantarla, ni siquiera se ofreció para venir a ayudarme. Si los sentimientos y la gratitud tuvieran olor seria a podrido. Lo que me salva son las personas que desde el carpintero, hasta el fontanero, me dan su ayuda. Personas que he conocido hace poco tiempo, pues los que han aprovechado de mis ofertas, eses, ya se olvidaran.
Mañana es otro día, quizá lo sientan, no se sabe el futuro. Culpa mía por tanto haber regalado, por dar confianza a gente que bien en el fondo me envidiaban.
De verdad, me gustaría saber cuántos pasos he dado en estos días, Una vez en mi casa donde tuve que marchar para no enfermar, con el aparatito, en la cintura, en un solo día he contado diecisiete mil, más o menos catorce kilómetros. Ayer y hoy, seguro que anduve más. La verdad, soy un poco loca, pues sola el día todo hasta las siete de la tarde, hago lo que no debo.
Por eso he parado y vine a sentarme y hablar con mis amigos lejanos, ni miro hacia atrás, para no ver el mundo que tengo, ya por la noche mi amigo se encargará de aliviar mis piernas y espaldas. El hará lo que pueda.
Alguien que conozco me dijo que no quería que yo vendiera mi casa, ¡pues ya no tenía edad para andar cambiando de sitio! Tiene menos veinte años que yo. Así es la Vida, los que pueden están sin fuerzas, los que debían descansar porque ya han trabajado más de lo que debían, pueden cambiar. Tiene gracia.
A estos si los llevan en la urna, irán felices, pues no se cansan. Pienso yo. Sí que me gustaría hacer el camino, cuando me diera la gana a pie. Nunca iba. Quiero vivir, lo más posible con salud, poder cambiar de sitio, ya lo he hecho con mi vida, Aproveche quizá mi última oportunidad de ser feliz. No me arrepiento, lástima que fue un poco tarde. Pero la aprovecho sin perder tiempo en cosas que pertenecen a los demás.
De espacio no se andar, ni dejar para mañana lo de hoy. Aprovecho todo lo que la vida me da. Mismo cansada, molida, doy gracias a Dios por poder hacerlo.
Amigos lejanos, amigos que quizá nunca conozca, vosotros en estos triste y aislados momentos, que ya duran casi cuatro años, me doy por feliz por tenerlos.
Cayendo la tarde ceniza, oyendo voces de alguien hablando en su patio, un poco descansada, voy a volver a empaquetar alguna cosa de tanto que aún falta.
Gracias a quien ha leído, gracias por vuestra compañía, soy un poco rara, pero en el tiempo, hay un poco, para escribir cosas del corazón y otras de la vida.
Oporto, 15 de Octubre de 2013
Carminha Nieves