Pasaron los años entre el trabajo, las fiestas, amistades y el amor hasta que un día decidiste construir tu propio hogar. Transcurrieron los meses y un pequeñín nació de tu vientre, te convertiste en una linda mamá. Diminuto ser que conquistó mi cariño de tía. Nos regalaste a todos la oportunidad de experimentar nuevas emociones y observar de cerca su desarrollo, a gozar cada uno de sus mágicos momentos mientras crecía.
Luego quisiste que lleváramos al gordito a la pila bautismal y fui copartícipe de ese evento especial junto a nuestro hermano menor, con unos cuantos amigos nos dirigimos a la iglesia y nos convertirnos en padrinos de nuestro primer sobrino.