CALDOS DE VIDA/A Miguel Hernández
Al poeta le ofrecí un caldo nuevo
Se llamaba sales de vida
Adornados con pedazos de amor
Y rollitos de esperanza.
Bajé del cielo queso campesino
Lo adobé con brillo de estrellas
Y con un poco de sal de mis ojos.
Los niños llenaban sus mentes
¡Qué delicia ha de ser comerlos!
Ya no tendré esos calambres arrugados
Ya no tendré esas ganas curtidas
Esas hambres que tornan blanca la piel
Y nos hace desvanecer antes de vivir.
Pero en el caldo de poemas había luz
Tenía sabor a hierbabuena
A cera fabricada por las angelitas del bosque
Y la miel eran trozos de cebolla blanca
Con ramitos de cilantro picado.
Recordé los caldos de mi poeta madre
También sé qué sabor tienen
Y como Hernández me ubiqué en su prisión
Me llené de calma, y entre sus rejas
Descubrí las mías.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 14/13