¿Dónde están las mujeres que tanto amo?
¿A dónde se fueron que no las miro?
Mujeres vuelvan por favor se los suplico,
no dejen que los temores las lleve al fin de la vida inaudita.
¿Acaso se consideran verdaderas malditas,
por no tener en quien confiar ese amor que tanto tienen?
Mujeres, son cobardes cuando no gritan,
y suplican el espacio que meritan.
Mujeres que huyen,
cual ave al monte sin que nadie las persiga.
Vamos salgan de las cavernas, valles,
selvas y montañas recónditas y no escapen,
porque no hay quién tas de ustedes vayan para mal tratarlas.
Vengan y alcen juntas en las calles y auditóriums,
la voz que en silencio grita
y no más en sus rostros admitan,
que tanto daño con violencia ameritan;
piensan los que a su ser no admitan.
Mujeres que tanto amo,
son aquellas que el ser,
mi Dios le diera,
vivir en este mundo para que naciera
un valiente como yo que les dijera,
mujeres sí en verdad yo las quisiera,
de tras de ustedes yo fuera;
digo quisiera a mi manera hacerles daño.
Pero hoy, que a gritos digo
y busco a las mujeres que huyen
sin que nadie las persiga y que junto a mí dijeran,
que en verdad han huido lejos de los hombres que son fieras
y no aman a las mujeres como yo las amo.
Aclaro con valor y corazón henchido,
que amar a las mujeres,
es decir que se valoran y no decir que se desean,
como en la mente de aquel que piensa,
en el sexo oportuno con violencia,
eyacula con dura persistencia,
quitando del corazón una fortuna,
de la mujer que no tenía qué ser tratada con dolor y fuerza;
de sus ganas a la exigencia.
Mujeres hoy declaro, con dolor en mi arrogancia,
que siete son y siete fueron,
las que por mi mente persistían,
dando la enseñanza en mí, la vida audita,
diciéndome que la mujer, jamás ha de ser maldita.
Digo siete y podría decirlo más,
pero ellas son las que mi sangre sabe,
mi madre que nunca huyó,
sino a mi padre y hermanos resistió.
A mi suegra quien en mí confió y a mi suegro le aguantó.
A mi esposa que mis débiles pensamientos y frases entendió, pero no huyó.
A mis hijas que entre llantos me dijeron,
papi, papi no más ya, detenga el silencio,
que en su llanto descansa;
y exprese su sentir por nuestra existencia.
Ellas son las mujeres que hoy les grito…
¡¡¡Dónde están que no las veo,
dónde están que para que se fueron!!!
Si en verdad, daño les hiciera,
que levanten sus banderas,
como hoy la mía, yo levanto,
como aquel herido en quebranto,
ante una fría guerra se rindiera.
Por ellas al frente hoy me pongo
a decirle al resto de los hombres,
amen a sus mujeres,
que no se de la sangre en otras,
como que si ustedes no las tuvieran.
Que tan poco valor les diera,
ver llorar a viudas, huérfanas
y madres que se agotan de la sangre femenina;
por un hombre que se abroga en la furia que camina
a violar y privar la vida femenina.
…por Ti mujer que tanto amo…
Autor: Rolfin Ayala
Poeta del Alma