El adiós
se alojo en la luz
apenas lagañosa
se aferraba a los ojos de mi voz
mi garganta se volvió hielo
el café aguantó el adiós
no valbuceó ni un quejido
ni el adiós de la cafetera
Las letras se despegaron del poema
desnudas
asediadas por la herida
era aturdimiento de enigmas
los dedos hablaron por ultimas vez
en la sordidez
de la última mirada
Un Oasis Comprometido
Voces Poetas de las Utopías
Jose Adolfo Araque Rey