El aroma sin igual
que emana tu cuerpo,
y la sonrisa delineada
de tus labios entre abiertos,
son el aliciente, el elixir,
el mágico brebaje motivante,
que en mi interior expande,
la fuerza feroz que me somete.
Cual saetas tus pechos erguidos,
dan en el blanco, en el centro de mis besos,
mientras tus muslos húmedos y tibios,
se convierten para siempre en mi féretro.
Cuando aunados en un sollozo en silencio,
terminamos rodando extasiados,
uno a otro nos tomamos las manos,
y nos miramos el amor en los ojos.
Cuando el sol ilumine la alcoba,
donde ayer estalló la pasión rezagada,
estaremos amor, tú y yo solos,
felices y holgados sobre la cama.
Alberto Morales Ureña
Derechos de Autor