me entregaré a la pasión de nuestros cuerpos,
a los fuertes latidos de nuestros corazones,
a todos los suspiros y delirios de esa noche
y no medire el tiempo
no medire la fuerza de mis deseos
no medire cuanto te quiero
porque eres tu quien me trae de la muerte;
me mata a besos y me lleva al infierno;
me llevas al cielo y me abres las puertas de los eliseos;
y al final, regreso a la realidad de tus brazos
en donde me cobijo para, siempre, estar a tu lado