Extraño tu retrato en las paredes del ayer,
aquel retrato sin colores en su rostro,
ese rostro inocente y dulce.
Dulce, sincera, sonrisa que se ha ido,
se desvanece lentamente entre las olas.
Y este taciturno amor
se queda suspendido en la agonía.
Esperando en aquel muelle
la embarcación de esa mujer.
Y en la lejanía del inmenso mar,
entre la niebla y el frío,
logro disipar las velas a estribor
de un barco a la deriva.
Y yo, sin saber navegar,
emprendo viaje a ciegas
para ayudarte a regresar,
entre las turbias aguas.
Pero es inútil, con mi brújula averiada,
me quedo náufrago en un mar de recuerdos,
y me atrapa un remolino de nostalgia.
Entonces, a lo lejos una luz,
entre el espesor de la fría niebla
veo un faro de esperanza,
pero yo busco tu sonrisa, para volver a navegar.