Hace tiempo que no te tomo en mano querida pluma.
Has quedado olvidada sobre mi escritorio y una cobija de polvo te acurruca.
Yo sé que has extrañado el calor de mi mano firme sobre blanco el papel.
Un papel que con solo sentir mi pulso, arde en llamas.
Tú eres mi fiel confidente, la que me ayuda a expresar lo que siento, lo que me pasa.
El sol ha apagado las estrellas como muchas otras veces y llego ya la hora de levantarse.
Te destapare, te daré mi mano en la cual te sientes tan segura y volveremos a caminar juntas.
No temas porque yo no temo.
No sé a dónde me llevaran mis palabras.
Las liberare al viento del hermoso otoño y dejare que sean guiadas por las hojas secas.
Quiero que se eleven alto, sin rumbo o con, pero que lleguen lejos.
A horizontes distantes, a cimas y a mares.
Que lleguen a corazones olvidados y les recuerden como latir, llenando de aire los pulmones y hacerlos nuevamente sonreír…
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