Las plumas vuelan
lentamente por el aire,
llenando delicadamente
el espacio de su blancura
empapada en carmín.
Encerrada, Ella, tirita
en un rincón desolada
en la obscuridad penetrante
de una cueva sin nombre.
Barrotes la rodean
como amantes presurosos,
la encierran propiniedole
noches eternas entre ellos.
Ella no sonrie, quiere escapar,
volar lejos de esos amantes
que le entregan ferviente
pasión a cada paso.
No vuela, no lo hará
jamás pues sus alas
ya estan rotas
y la sangre corre.
No lo hará pues
el enemigo la tiene
en sus dominios de
terror y dolor.
No lo hará porque
ya no volvera a ser
libre cual pajaro.
No podrá porque
no tiene las llaves
de su prisión de oro....
Y ella sigue encerrada
en la Jaula con las alas
rotas.