Tu eres hija de un rayo
que inicio su forma en el relámpago,
descendió abriendo una flor de jazmín
en la explosión de un cielo casto.
Partió un pino en dos troncos y
la trementina derramó sobre tus hombros
dulces voces de lenguaje íntimo.
He oído que dormitas en el silencio de las hojas,
bajo el álamo naciente y la voz delgada de la tórtola.
Heredaste la transparencia de la vertiente
y de los manantiales minerales del agua
fortalecida emergiste como un sol naciente.
Tras el acelerado rayo te encuentro
con la conquista en tus labios de las cerezas
donde vuelan golondrinas pobladoras de tus aldeas.
El fuego agrupa su potencia en tu boca,
recorre los paralelos de mi sangre
y mis arterias no cesan de amarte.
En el ojo de la tormenta
penetré mi sed de árida estopa
y con voz frutal te nombre la más mujer…
La ultima piel que mi tacto roza.
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