Bajo la tenue sombra de las hojas de los sauces, breves y acariciadoras brisas otoñales rodean nuestros cuerpos adormecidos, llevando consigo amorosos murmullos, transportados como sueños alados junto al sol de mediodía...
Meciendo las verdes espigas a su paso, un placido suspiro emana de tus labios… etereas fragancias se desprenden de tus cabellos, ennegrecidos como el manto de la noche, mi dulce fuente de tentación y de tierno derroche .
Tus ojos, mi bella inhumana, irresistibles imanes del deseo y del amor, están cerrados ante mí, arrullados, quizá, en el regazo de la fantasía y el encanto de tus sueños...
Mis ojos, eternos luceros y espejos fieles de la belleza imperturbable, permanecen cerrados, mecidos en la dulce espera de nuevos atardeceres, caricias entrelazadas de besos y sonrisas...
Aquellos sueños inocentes que juntos guardamos en nuestro pecho como una imagen querida de amor, no han palidecido nunca sino que permanecen vivos, como la esencia de los jazmines en nuestras tantas primaveras...
Al despertar, prometamos guardar el recuerdo de estos, nuestros dulces sueños bajo el sol otoñal y volvamos pronto a nuestro pequeño valle...
Jairo De la Cruz