He conocido a una dama,
mis amigos, ¡qué mujer!
Tiene tan hermoso ver
que por donde va engalana
todo lo que ha menester.
Sonrisa fácil, risueña;
Ojos claros, de un mirar
dulce, para eclipsar
a quien siente su reseña,
que no es fácil desgranar.
Sus labios de caramelo
dan besos que me confunden,
tanta dulzura difunden
que desconciertan el cielo
con estrellas que lo alumbren.
Pétalos de sus encantos,
llamaradas primorosas,
ni las flores más hermosas
crean sentimientos tantos
a las miradas ansiosas.
El andar jacarandoso
sublimado por miradas:
sus caderas torneadas
le dan el aire garboso
con las sentencias echadas.
¡Guapa!... piropean todos
al paso de su figura,
reteniendo la clausura
por insatisfechos modos
que llevan a la locura.
Algo me acomoda afable
de su lindeza el valor,
que si no se dice amor
sí una amistad entrañable
llena de luz y color.
El esplendor de sus soles,
en mujer con tales dones,
me ha llenado de ilusiones:
Descendiente de españoles
la dama de mis razones.
Españoles que emigraron
por esta tierra latina
y por voluntad divina
su legado me dejaron
del amor, la flor más fina.
Poemas de Camilo